viernes, 19 de marzo de 2010

SOBRE UNA EDICIÓN TEMPRANA DE GUZMÁN DE ALFARACHE

...huyendo los peligros de altos mares
donde aún la nave fuerte
va temerosa de contraria suerte
Horacio, Odas, II, X. 
Versión de Mateo Alemán.

   Se suele decir que a partir de cierta edad, más que leer se relee, y me temo que voy estando en condiciones de confirmarlo. Ciertos libros parecen escritos para ser leídos en un determidado momento de la vida, pasado el cual, si no los hemos leído, jamás lo haremos, y si lo hemos hecho, jamás volveremos sobre ellos. Por el contrario, existen otros libros que van haciendo el camino con nosotros. Y esto no tiene nada que ver con los géneros, sino con cada libro en particular. No me veo capaz de volver a enlazar, sin ayuda farmacológica, tres lecturas seguidas de la primera parte de la trilogía Los caminos de la libertad, como hice a los 18 años. Por citar un libro entre tantos que ahora no me llamarían la atención en el estante de cualquier librería. Pero creo, por el contrario, que se puede leer a Stevenson siendo niño, adolescente y adulto. O a Guillermo Brown, a Tintín, a Mortadelo. 
   No es difícil de entender que haya libros que uno vuelve a leer una y otra vez. 
   Lo que resulta más preocupante es que se empeñe una y otra vez en comprarlos.
   Hace poco, con motivo de un breve intercambio epistolar en el que un reputado bibliófilo me decía tener varios antiguos ejemplares duplicados, me dí cuenta de que yo también tenía alguno. Pero sobre todo, de que sin ser exactamente duplicados hay unos cuantos libros que he comprado más de una vez en edición antigua. Y uno de ellos que he llegado a adquirir cuatro veces.



Alemán, Mateo, De la vida del pícaro Guzmán de Alfarache. Primera parte. Compuesta por Matheo Alemán, criado del Rey don Felipe III. nuestro señor, y natural vezino de Seuilla. Con privilegio. Segunda parte de la vida de Guzmán de Alfarache, Atalaya de la vida umana. Por Mateo Alemán, su verdadero autor. Dirigida a Don Iuan de Mendoça, Marquéz de San Germán... En Milán, A costa de Iuan Baptista Bidelo año 1615. Con licencia de superiores. 
[12], 417, [3], [24], 552. Cada parte tiene portada propia, con la marca del impresor.
12º ( 135 x 70  mms.)  Encuadernado en pergamino original. En el lomo, a tinta: Pícaro Guzm.




    La Primera parte de Guzmán de Alfarache se publicó por vez primera en Madrid, 1599, en casa del licenciado Várez de Castro, después de un período de preparación que las fechas de los preliminares sugieren largo. Su autor había cumplido ya 52 años. En muy pocos meses llegó a ser un enorme éxito de ventas. Entre 1599 y 1604 el texto de la primera edición se reeditó al menos 17 veces en Barcelona, Tarragona, Zaragoza, Lisboa, Coimbra, Milán, Bruselas y París, al margen del privilegio de impresión y venta concedido al autor por el Consejo de Castilla. También cinco veces más en el ámbito del privilegio, cuatro en Madrid (tres en realidad, pues una es italiana falsa) y una en Sevilla. La crítica ha identificado variantes que denotan una revisión del autor en dos de ellas, Madrid, herederos de Juan Yñiguez de Lequerica, 1600, y Sevilla, Juan de León, 1602. Ésta última, por tanto, es la que toman como base las más autorizadas ediciones críticas en la actualidad. En 1602 se publica una secuela apócrifa. Como más tarde haría Cervantes en la misma situación, Alemán la tuvo muy presente al preparar su Segunda parte de Guzmán de Alfarache, atalaya de la vida humana, impresa en Lisboa por Pedro Crasbeeck en 1604. La segunda parte se publicó cinco veces más en 1605, en Valencia, Barcelona o nuevamente en Lisboa, y en esos años debió venderse conjuntamente con ediciones anteriores de la primera, que en los años precedentes se habían combinado también con la segunda parte apócrifa, como alguna vez, rara, se ve en mercado. Sin embargo, ésta modesta edición milanesa de 1615 parece ser la primera en la que se integraron expresamente las dos partes del Guzmán. A pesar del gran éxito editorial de la novela, los ejemplares conservados de sus ediciones tempranas son escasos, y ésta no es una excepción: el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español tan sólo registra 3 ejemplares de la primera parte, y 2 de la segunda: un ejemplar suelto de la primera parte, en la Biblioteca Lázaro Galdiano; los otros cuatro, en la Biblioteca Nacional, curiosamente con signaturas diferentes para las dos partes, lo que denota una procedencia diversa. El Catálogo Colectivo de las Bibliotecas Universitarias añade a este balance otro ejemplar suelto de la segunda parte, en la Universidad de Oviedo. Estos datos confirman el comentario del Catálogo de Salvá sobre la dificultad de ver reunidos ambos tomos. Y también el viejo principio bibliófilo según el cual  las ediciones corrientes, aún con muchos más ejemplares circulando en origen, han sobrevivido peor que otras ediciones de más empeño y menor tirada. Este pequeño ejemplar en pergamino, afortunadamente bien conservado pese a sus mil páginas de apretada letra impresa en papel de mediana calidad, que puede ser fácilmente imaginado en la descuidada faltriquera de algún lector del siglo XVII, no es, desde luego, la excepción a ese principio. 

Retrato de Mateo Alemán grabado para la primera edición de Guzmán de Alfarache, 1599.
B.N.E. Biblioteca Digital Hispánica. Procedente de la colección de Valentín Carderera. 

Guzmán de Alfarache. Primera parte, Libro II, Capítulo IV 

   Desconozco por qué razón he adquirido este libro reiteradamente, -y con ello el problema de poner de nuevo en circulación los ejemplares que iban siendo sustituidos-, al margen del azar de ir encontrando ediciones cada vez más interesantes. En realidad no soy un buen lector del Guzmán de Alfarache, y su extensa bibliografía me exime de aportar mi prescindible comentario. Lo leí pronto, en una de esas versiones adaptadas para niños, y años después ya en su versión original íntegra, pero desde entonces no he vuelto a leerlo completo. Entiendo que la historia está condicionada por su intención ejemplarizante, indisociable de la narración. También que una comprensión profunda del texto no puede eludir su extenso contenido exclusivamente moral, no en vano el autor se hace retratar en la primera edición con un libro de Tácito en una mano, y señalando con la otra la metáfora de la araña y la serpiente, a la que alude de nuevo al final de un capítulo de la primera parte, a partir quizás de la Silva de Pero de Mexía. Pero en el fondo, cuando he vuelto sobre él, prefiero releer los pasajes menos reflexivos, los que narran las entretenidas aventuras de Guzmán, los que sin duda convirtieron el libro en un éxito de ventas entre los lectores corrientes de aquellos años iniciales del reinado de Felipe III. Como la burla de los cirujanos en los aposentos de un cardenal en Roma. La de los huevos en una venta a las afueras de Sevilla, difícil de olvidar. O la de los enmascarados en Génova, donde se puede leer que no es Sancho el único manteado célebre de la literatura hispánica.

Guzmán de Alfarache, Parte primera, Libro III, Capítulo I.
Edición de Amberes, Verdussen, 1736.






   En 1608 Mateo Alemán se embarcó, para no volver, en la flota que llevaba a la Nueva España al arzobispo de México, y luego virrey, fray García Guerra. Buscaba, como todos los que emprendían ese camino, una vida mejor. Le acompañaban, según los documentos, dos hijas, Francisca y Margarita, un hijo, Antonio, y una sobrina, Catalina. La primera era en realidad la joven Francisca Calderón, su pareja desde hacía cinco años. En el momento de obtener la licencia para el viaje, el escritor había hecho una sospechosa donación a Francisco de Ledesma, secretario del Consejo de Indias. Quien afrontaba tal viaje en aquella época, a su edad, se llevaría todo aquello que le importaba. Quizás sus libros. Entre ellos, como más tarde relataría, el manuscrito inacabado de la Ortografía castellana, que publicaría en México, en la imprenta de Jerónimo Balli en 1609. Según una incierta noticia repetida por algunos autores, habría llevado también un ejemplar del Quijote impreso por Juan de la Cuesta en 1605. Aunque no fuera verdad, me pregunto si no habría algo del maduro hidalgo manchego en ese hombre de más de sesenta años que miraba el horizonte desde la cubierta de la nao que le llevaba al nuevo mundo, desdeñando la mediocridad áurea que muchos años antes había tratado de traducir.

12 comentarios:

  1. La explicación a las reiteradas compras de ejemplares de estas épocas es el gustazo de leerlas en versión casi original.

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  2. Pues tienes razón, en el fondo es principalmente eso.

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  3. Amigo Urzay:

    ¡Con que hermosura de piezas nos ilustras y nos asombras!

    Enhorabuena por disfrutarla.

    Las prensas de Bidello en el Milanesado son de gloriosa memoria para el Siglo de Oro de la literatura española.

    ¡Que gozo debes sentir al pensar que tu ejemplar de Mateo Alemán salió de las mismas prensas en las que se estampó por primera vez el Quijote en Italia, cinco años antes, y en el mismo año que se estampan las Exemplares también por primera vez en Italia.

    Preciosísimo ejemplar.

    Envidiosos saludos bibliófilos.

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  4. Diego, ya veo que como bibliófilo avezado no se te escapa una. Me llama la atención en lo que comentas que Bidello imprimió poquísimos libros en español, pero tuvo el criterio de elegir los que citas. También que lo hizo en formatos muy económicos, como éste. Una combinación de buen gusto y espíritu comercial que los italianos practican como nadie.
    Un fuerte abrazo, hoy, con los rescoldos de las Fallas.

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  5. ¡Enhorabuena por tan singular ejemplar! Sana envidia despierta tu ejemplar en mi biblioteca, ya que carezco de ejemplares literarios del Siglo de Oro. Más si cabe cuando se trata de un alto ejemplo de la picaresca española y en temprana edición.

    Nuestras bibliotecas se forman según nuestros gustos y cada elección siempre es una renuncia ¡Ojalá pudieramos formarla con las mejores obras de cada una de las ramas del saber y literarias! pero las circunstancias y nuestros gustos van marcando el rumbo de nuestros libros.
    De manera que no es extraño que tengas varios ejemplares de una misma obra, si tanto aprecio le tienes o inevitablemente adquirila, si te van saliendo mejores ediciones al paso.

    Yo conozco personalmemte un quijotista que reunió casi dos mil obras entre ediciones del quijote y estudios sobre él. Parte ya, tan especialísima biblioteca, vendida a la Biblioteca Valenciana.

    Me uno a la opinión de Galderich y ratifico que leer en primeras ediciónes tiene un deleite especial y en este caso un ejemplar de faltriquera, evoca esos momentos pretéritos de ocio y lectura en una escogida umbría.

    Saludos bibliófilos

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  6. El caso que comentas de la especialización en el Quijote es un caso extremo, (¡nada menos que 2.000!) pero revelador, como bien dices, de que cualquier biblioteca acaba siendo un reflejo de quien la reúne. En mi caso, suele ser literatura o historia, pero a cambio no tengo un sólo libro antiguo de tema científico o técnico, de los que tú sí que estás bien provisto. El problema concreto de repetir libro es poner a circular de nuevo la edición que ya tenías. Pero bueno, también así se mueve éste mercado tan peculiar.
    Saludos bibliófilos, Lamberto.

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  7. No importa repetir, cuando se trata de tan hermosos y especiales ejemplares.

    Sobre si Mateo Aléman fue el primero en traer un Quijote a México. Es muy acertado tu comentario. Todavía resuenan los ecos de la centenaria disputa entre los que afirman o niegan tal hecho.
    Un misterio mayor es el lugar donde descansan los restos mortales del gran escritor.

    Gracias por compartir tus hermosos ejemplares acompañados de tan amena explicación.

    Saludos bibliófilos.

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  8. Aunque todavía no se ha encontrado noticia documental sobre su fecha y lugar de fallecimiento, quizás algún día aparezcan los datos en algún archivo mexicano. Según parece, en la misma flota viajaba Juan Ruiz de Alarcón, otro autor a caballo entre dos mundos. Por decirlo así, ya que más bien creo que son las dos orillas del mismo. Por ejemplo, cuando leo cómo muchos autores americanos de lengua española hablan con familiaridad de Cervantes, o Quevedo, o Lope, o cómo Carlos Fuentes ha reivindicado alguna vez a Bernal Díaz como el primer escritor mexicano. Porque es una tradición cultural común, que les pertenece. Del mismo modo que, ahora, el mismo Fuentes, o García Márquez, o Borges, o Cortázar, o Vargas Llosa, o unos cuantos autores más, tienen aquí una influencia que no tienen siquiera los autores españoles.
    Saludos, Marco.

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  9. Precioso libro, no puedo aportar nada más que lo que has escrito y han comentado.

    Y preciosa entrada, me encanta ver las motivaciones bibliófilas que siento tan conocidas.

    Gracias

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  10. Gracias a tí por tu comentario. Una de las razones por las que yo leo también blogs de otros bibliófilos es la curiosidad por las experiencias de los demás, que acaban resultando bastante familiares.
    Un saludo.

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  11. hola.
    He leído el artículo y me parece muy interesante. Personalmente tengo una edición italiana de 1615 de guzmán de alfarache. Lo he puesto a la venta. Esto no quiere decir que lo diga para que lo compréis, sólo para que le echéis un vistazo y me déis vuestra opinión, pues no he encontrado una edición similar en librerías profesionales:
    http://www.todocoleccion.net/1615-guzman-alfarache-pergamino-principios-siglo-xvii~x21420400
    Un saludo.

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  12. Hola, gracias por tu comentario, no pasa nada por preguntar, para eso están estos blogs. El libro que tienes tú es la primera traducción del Guzmán al italiano. Yo no estoy muy al tanto de las traducciones de nuestros clásicos, pero según parece ésta se edita por primera vez en 1606, y se reedita varias veces en pocos años. Es decir, no es la primera edición, pero sí una edición temprana de esta primera traducción, y obviamente tiene su valor. No tengo por muy frecuentes ninguna de ellas, yo al menos no recuerdo haber visto ninguna en mercado, pero habrá gente con mucha más experiencia que yo que quizá sí las haya visto. En este enlace puedes encontrar una nota con algo de información, para ir más allá habría que entrar en la bibliografía especializada:

    http://cvc.cervantes.es/trujaman/anteriores/junio_10/16062010.htm

    De esta edición tuya, el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español sólo registra un ejemplar, que está en la Biblioteca Nacional. Puedes mirar la ficha para contrastar la descripción con la tuya, porque en la fotografía pone "Parte seconda", y como yo este libro no lo he manejado, no sé si estará completo. Sobre el tema del valor de mercado es muy difícil ajustar, porque depende lógicamente del estado del libro, y también de las tendencias, y según creo la literatura española del siglo de oro no está en su mejor momento. Espero que te haya sido útil.
    Un saludo.

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