jueves, 13 de mayo de 2010

SUEÑOS IMPRESOS EN LISBOA

   A mediados de enero del año 1626 entraba en Zaragoza Francisco de Quevedo, caballero de Santiago, antiguo agente de la heterodoxa política italiana del virrey de Nápoles. Llegaba, tras un viaje de varias jornadas a través del frío invierno de la meseta, para integrarse en la comitiva de alguno de los dignatarios que se habían desplazado para asistir a las Cortes de los reinos de la Corona de Aragón, donde el conde duque de Olivares trataba de obtener una mayor contribución a los cuantiosos gastos militares de la monarquía, exhaustos ya los recursos de los reinos de Castilla.


Retrato de Francisco de Quevedo en esos años, como poeta laureado,
 incluído en el Libro de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, del pintor Francisco Pacheco.

   Era, a sus 45 años, un conocido escritor, despreocupado de publicar. Aunque casi todos sus escritos corrían hasta entonces en manuscritos, en obras colectivas o en preliminares de obras ajenas, Quevedo era ampliamente popular por sus letrillas, jácaras, canciones, que se incluyen en romanceros, se interpretan, se alteran, se imprimen en pliegos sueltos; entre los intelectuales, además, por sus poemas cultos, sus obras graves, sus traducciones de lenguas clásicas; entre los poderosos por la eficacia de su pluma. Esa despreocupación cambiará a partir de este viaje. El 26 de enero de 1626 se aprueba en Zaragoza una primera edición de la Política de Dios, que saldrá tres meses después, impresa por Pedro Vergés y costeada por Roberto Duport. Sin interrupción, el 29 de abril se aprueba también en Zaragoza la primera edición del Buscón, que lleva privilegio de 26 de mayo, y estaría ya en pliegos poco después, en las mismas prensas y por iniciativa del mismo editor, propietario del privilegio. Ambas obras empiezan a publicarse profusamente. La Política ese mismo año en Barcelona, Pamplona o Milán. El Buscón también ese año en Barcelona, y al año siguiente en Valencia. Finalmente, en la primavera de 1627 Esteban Liberós imprime en Barcelona a costa de Juan Sapera la primera edición de los Sueños, que reproducirán con muy pocas semanas de diferencia otras dos ediciones en Valencia y Zaragoza.
   En los tres casos se publicó el texto de alguno de los manuscritos que venían circulando, no un texto expresamente preparado para su impresión por Quevedo, quizás contando con su consentimiento o su indiferencia. Pero pronto las consecuencias de la difusión impresa de estas obras parecen haber inquietado al escritor que, en muy pocos meses, alentó la publicación de una edición corregida de la Política, prologada por su amigo Lorenzo Van der Hammen, y de una versión distinta de los Sueños, también a través de Van der Hammen, que firma la dedicatoria. La primera estaría ya a la venta en Madrid al final del otoño de 1626; la segunda en Zaragoza durante el verano de 1627, publicada significativamente por Duport y Vergés, casi a la vez que salía la edición zaragozana de los Sueños de Barcelona. Esta segunda versión impresa incorpora numerosas variantes, desde el propio título: Los Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños de todos los oficios y estados del mundo pasan a ser Desvelos soñolientos y verdades soñadas. Como las anteriores, pronto se difunde. Dos ediciones barcelonesas, de 1628 y 1629, la tienen en cuenta. Otra portuguesa, de 1629, la reproduce.



Quevedo, Francisco de, Desvelos soñolientos y verdades soñadas. Por Don Francisco de Queuedo Villegas, Cauallero del Orden de Santiago, y Señor de la Villa de Iuan Abad. Corregido y enmendado agora de nueuo, por el mismo autor, y añadido vn tratado de la Casa de Locos de Amor. En Lisboa por Luis de Souza, 1629.
[4] h., 191 pp.
Octavo menor (140 x 95 mms.) Encuadernado en holandesa de finales del siglo XIX. Portada con pérdida en el ángulo superior derecho, deterioro de las dos primeras hojas en el mismo lugar, sello de anterior propietario en el vuelto de la cuarta hoja de preliminares: Casa de Azevedo
Ejemplar nº 2.598 del Catálogo da importante e preciosissima livraria que pertenceu aos notaveis escritores e bibliófilos Condes de Azevedo e de Samodães, Oporto, 1922, II, pp.198-199, subastada el 20 de noviembre de aquel año.


   Quevedo escribió el primero de los Sueños, el Sueño del Juicio Final, antes de 1605. El segundo, El alguacil endemoniado, y el tercero, el Sueño del Infierno, se conocen ya en 1608. Años después habría de buscar la complicidad de sus lectores, o más bien de sus censores, refiriéndose a ellos como disculpables obras de juventud. Hay noticias no documentadas de un primer intento de publicación entre 1610 y 1612, que sería de estos tres primeros textos, porque el cuarto, El mundo por de dentro, data ya de este último año. Una década después redacta el quinto, El Sueño de la muerte, que dedicaría crípticamente en 1622 a cierta Mirena Riqueza, desde el destierro en la Torre de Juan Abad, donde se encuentra a consecuencia de las investigaciones contra el círculo del duque de Osuna, por decreto real que se conserva, donde se le trata de “persona que se puede escusar en la corte, y...será bien...que se vaya a un lugar que tiene, y que no salga de allí sin orden”. Esta edición lisboeta, como la zaragozana que le sirve de modelo, recoge sólo los tres Sueños de ese nombre, y sorprendentemente para lo que parece una edición revisada, una cuarta obra apócrifa, titulada Casa de locos de amor, que la crítica ha atribuído a Antonio Ortiz Melgarejo. En los breves preliminares las licencias portuguesas sustituyen a las aragonesas, se omite la carta del editor aragonés, se incluye la de Van der Hammen, y se acompaña, alterada para darle un sentido general e introducir el nuevo título, la dedicatoria del Sueño de la muerte. 



   Esta Mirena Riqueza ha sido identificada como anagrama de María Enríquez, dama de la reina. La inusual dedicatoria, el uso de un anagrama y la lectura del desolado soneto que el escritor compondrá tras la muerte de ella en 1629, más próximo quizás a los poemas amorosos in morte de tradición petrarquista que a otras solemnes composiciones fúnebres de gravedad estoica, han llevado a la crítica a sugerir que ambos textos son indicio de una relación especial. Quizás entonces, y conociendo que el cautiverio es un tópico recurrente en la poesía amorosa de cancioneros, pueda entenderse también de otra manera la data de la dedicatoria del último Sueño, -”Guarde Dios a vuesa merced, que lo mismo hiciera yo. En la prisión y en la Torre, a 6 de abril de 1622”-, omitida aquí al modificarla.

Francisco de Quevedo, El Parnasso español, edición de Madrid, 1713, p.157.

   En 1629, a la vez que salía esta edición lisboeta, Quevedo tenía ya preparada una tercera versión de los Sueños, que se publicará en 1631 junto a otras obras satíricas bajo el indulgente título de Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio, con aprobaciones datadas dos años antes. Es evidente que el escritor retrasó la publicación a la espera del Nuevo índice de libros prohibidos que venía preparándose desde hacía cinco años y saldría en Sevilla, en 1632. En esta tercera versión impresa hay de nuevo numerosas modificaciones, muchas de ellas destinadas a suavizar o sustituir alusiones religiosas que pudieran crear problemas con la censura. Las variantes son tantas que parte de la crítica considera inviable tratar de establecer un texto canónico de los Sueños, y publica sólo una de las versiones, o varias sucesivamente. En 1984 se demostró documentalmente que Quevedo había solicitado a la Inquisición en 1629 la recogida de las obras impresas hasta entonces a su nombre, y así lo confirma el Índice de 1632, que prohibe “las obras que se intitulan y dicen ser suyas, impresas antes del año 1631”.    
   Desde entonces y durante siglos el texto autorizado será el incluido en Juguetes. Junto al azaroso paso del tiempo, ésta razón contribuyó sin duda a que todas estas ediciones previas de los Sueños se hayan conservado raramente. En los catálogos colectivos españoles se registra tan sólo un ejemplar de cada una de las 6 citadas, y cinco de otra impresa en Ruan ese mismo año de 1629. De esta pequeña edición portuguesa de doce pliegos sólo encuentro dos, ambos en la Biblioteca Nacional de España. 
   En estas condiciones, no me preocupa por ahora su mejorable estado de conservación (aunque se agradecen las sugerencias). A una referencia publicada en otro blog de bibliofilia debo la identificación de su origen. Procede de una librería anticuaria danesa, donde paraba el pasado año. 


Nota: En su Cuaderno de pantalla,  enlazado a la derecha, el profesor Pablo Jauralde acaba de dar a conocer estos días, junto a otras noticias, un manuscrito desconocido de los Sueños, que está siendo estudiado por Diana Eguía. Realmente vale la pena echarle un vistazo.


6 comentarios:

  1. Urzay.

    Sueño permanente para las personas que compartimos lengua y amor a los libros, es poseer alguno de los primeros impresos de Francisco de Quevedo.
    La interesante entrada con la que acompañas este bello ejemplar, y las abundantes imágenes nos dan una idea precisa de su inmenso valor.

    Licencias en portugués texto en castellano. ¡Maravillosa combinación!

    Saludos bibliófilos.

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  2. Es apasionante la historia editorial de las obras de Quevedo durante estos años incluidas varias ediciones piratas. Enhorabuena por tu entrada.
    Un saludo.

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  3. Marco, no se podía definir más adecuadamente; es, en efecto, un sueño haber localizado este libro. Es lo que tiene internet, ahora se pueden encontrar en lugares inesperados con relativa facilidad libros que hace 15 años hubiera sido imposible, físicamente incluso.

    Estoy de acuerdo, Carlos, a mí desde luego me desborda completamente, pero la forma en que varias generaciones de quevedistas han ido tratando de desentrañar este tremendo lío se lee a veces como una historia detectivesca, -por ejemplo, toda la historia sobre la edición contrahecha del Buscón-. Me da la impresión de que el trabajo de bibliotecarios y bibliógrafos en estos temas de identificación de impresos no estará muy lejos de Conan Doyle. Creo haber citado todas las ediciones que se conocen de los Sueños hasta 1629, si no fuera así no dudes en corregirme.

    Un saludo a los dos, y gracias por vuestros comentarios.

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  4. Esta es la diferencia entre escribir sobre libros e investigar sobre ellos. Tu artículo es un excelente estudio de investigación. ¡Las mi felicitaciones!
    Un abrazo

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  5. Otra hermosura de tu exquisita biblioteca. Gracias por mostrarla y compartirla.
    Personalmente no haría nada en el ejemplar. está estupendo en su holandesa final XIX y la pérdida de texto de la portada no es relevante.
    ¡Enhorabuena!
    Saludos bibliófilos.

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  6. En realidad, Rui, todo esto está ya investigado, así que carece de mérito. Lo único nuevo es la localización de otro ejemplar de esta edición y la identificación de su procedencia, y esa te la debo a tí. He añadido algunos enlaces sobre estos bibliófilos portugueses que he podido encontrar por la red.

    Diego, gracias por tu consejo, voy a seguirlo por ahora, así también se mantiene el estado que tenía cuando formó parte de la biblioteca de Azevedo. Aunque la verdad es que da un poco de pena, porque aunque los estrechos márgenes no tienen ya arreglo, en cambio la portada rota, las dos hojas siguientes malamente reparadas, y la encuadernación que a fin de cuentas está muy lejos de la original parece que estén clamando justicia :-).

    Saludos

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