sábado, 19 de marzo de 2011

LOS LIBROS AMERICANOS DE ANDRÉS GONZÁLEZ DE BARCIA

Sentí entonces lo mismo que el vigía que observa
el firmamento y ve de pronto un nuevo astro;
o lo que el gran Cortés, cuando con ojos de águila
por vez primera divisó el Pacífico -y todos sus soldados
entre sí se miraron sin dar crédito a aquello-
callado, allá en lo alto de un monte del Darién.

(Del soneto de Keats, On First Looking into 
Chapman's Homer, en la versión de Borges).

    De entre las muchas guerras que libró la monarquía hispánica durante los más de 100 años que sostuvo su hegemonía europea, la primera que perdió, sin duda, fue la de la propaganda. No cabe pensar que no la libró. Pero ya a finales del siglo XVI numerosas fuentes confirman que sus adversarios habían conseguido crear un estado de opinión que iba más allá del mero enfrentamiento militar. Aquel, como bien sabemos hoy, habría de perdurar en el tiempo mucho más que éste. Naturalmente poco importaba en realidad la Inquisición a quienes convertían su nombre en un arma arrojadiza contra quienes directamente la padecían, o la suerte de los indígenas americanos a quienes se lucraban a su vez con el tráfico de esclavos a gran escala, o no tenían el menor reparo en llevarse por delante a cuanto indígena se antepusiera a sus propios intereses nacionales o particulares. Tanto o más que los hechos importaba la forma en la que se transmitían, una selección adecuada de los mismos, un tratamiento conveniente de la información, una difusión eficaz. Durante los siglos XVII y XVIII, de aquel estado de opinión fueron quedando numerosos prejuicios que pasaron a ser proverbiales y asumidos con naturalidad en escritos históricos o culturales foráneos desprovistos ya de una intención beligerante. Una de las preocupaciones de la España ilustrada fue tratar de oponer argumentos a tales prejuicios. Los ejemplos de esta preocupación son numerosos. La fundación en Sevilla del Archivo General de Indias puede ser quizás el principal, pero hubo muchas otras iniciativas. Una de ellas se debe al político, intelectual y bibliófilo Andrés González de Barcia, que bastantes años antes, entre 1722 y 1743, reeditó una amplia serie de crónicas con objeto de volver a poner en circulación numerosas fuentes ya entonces inaccesibles de la historia hispánica americana, y de confrontar con ellas lo que se escribía y publicaba en otros países europeos. Lo hizo en cuidadas ediciones que se ocupó, casi siempre, de revisar, anotar y prologar. Eligió para iniciar la serie, en 1722, la Crónica del Perú, del Inca Garcilaso de la Vega, cuya única edición, póstuma, databa de 1617, y que, aunque puede leerse de forma independiente, es en realidad la segunda parte de los Comentarios Reales, aparecidos inicialmente en 1609. Sin embargo, entre la reedición de uno y otro, Barcia intercaló otra crónica del Inca, la Florida, que no está relacionada directamente con las dos anteriores, y vinculada a ella la única de entre estas obras americanistas de su propia autoría, el Ensayo cronológico para la Historia de la Florida, publicado bajo el seudónimo de Gabriel de Cárdenas. Una vez impresos ambos, el cuarto volumen en salir parece haber sido la primera parte de los Comentarios Reales, en 1723.



GARCILASO DE LA VEGA, Primera parte de los Commentarios reales, que tratan de el origen de los Incas, reies qve fveron del Perú, de sv idolatría, leies, y govierno, en paz, y en guerra; de svs vidas, y conquistas;  y de todo lo que fue aquel Imperio y su Republica, antes que los españoles pasaran, à èl. Escritos por el Inca Garcilaso de la Vega; Natural del Cozco, y Capitán de su Magestad. Dirigidos a el Rei Nuestro Señor. Segvnda impresión, enmendada, y añadida la vida de Inti Cusi Titu Iupanqui, penultimo Inca; con dos tablas; vna; de los capítulos; y otra, de las cosas notables. Con Privilegio. En Madrid: en la Oficina Real: y á costa de Nicolás Rodriguez Franco, Impresor de Libros, Año MDCCXXIII.  Se hallarán en su casa, en la calle de el Pozo   y en Palacio.
Portada a dos tintas con escudo real, [32], 351, [33] p.

GARCILASO DE LA VEGA, Historia general del Perú: trata, el descubrimiento, de él, y como lo ganaron, los españoles, las guerras civiles, que huvo entre Pizarros, y Almagros, sobre la partija de la tierra. Castigo y levantamiento de tyranos, y otros sucesos particulares, que en la Historia se contienen. Escrita por el Ynca Garcilaso de la Vega; Capitán de Su Magestad, etc. Dirigida a la limpísima Virgen María; Madre de Dios y Señora nuestra. Segunda impresion, enmendada, y añadida; con dos tablas, una de los capítulos y otra de las materias. Año 1722. Con Privilegio. En Madrid : en la Oficina Real : y à costa de Nicolas Rodriguez Franco, se hallaràn en su casa.
Portada a dos tintas con grabado xilográfico de la Inmaculada, [24], 505,[61]p.

Folio (300 x 205 mms.). Encuadernados en piel antigua, con dorados en lomo, planos y  cejas. Cortes tintados. La Historia tiene un segundo grabado de la Inmaculada, en calcografía, al inicio de la dedicatoria.



     Estos cuatro primeros libros en ocasiones debieron venderse conjuntamente (y encuadernarse por tanto como conjunto) pero también de forma independiente. Por ello se citan reunidos en algunas bibliografías, aunque en rigor no existan razones internas para ello. Más aún porque en el mismo año 1723, -y también con Nicolás Rodríguez Franco, el mismo impresor de los anteriores-, Barcia edita los tres volúmenes de la Monarquía Indiana, de fray Juan de Torquemada, y a continuación la Historia General de los hechos de los castellanos..., de Antonio de Herrera, reunida en 1730 en cuatro volúmenes salidos de las prensas independientemente desde 1726. Una nota en el primero de ellos informa que fue impreso con tipos traídos de Amsterdam y papel de Génova, sin reparar en gastos ni ganancias. De estas ediciones con Rodríguez Franco hay también emisiones en gran papel, mucho más raras. Desde 1729 edita otra serie de obras en la imprenta de Francisco Martínez Abad: en ese año, el Origen de los Indios del Nuevo Mundo, de Fray Gregorio García; en 1733 la Araucana de Alonso de Ercilla, con portadas renovadas en 1735 y 1738; finalmente, entre 1737 y 1738, los tres volúmenes revisados de la Biblioteca Oriental y Occidental de León Pinelo. A su fallecimiento debía tener ya impresas otras muchas crónicas que serían publicadas de forma póstuma en 1749 bajo el título Historiadores primitivos de las Indias occidentales, Madrid, 1749, en 3 volúmenes con marca tipográfica de Ibarra en la portada. Reunían 14 crónicas y textos preparados por Barcia, entre ellos los de Hernando Colón, Cabeza de Vaca, Gómara o Cortés, impresos de forma independiente desde 1736, por lo que hay variantes entre los ejemplares conservados e incluso parece que algunos textos llegaron a circular sueltos. Además, como en las ediciones con Rodríguez Franco, consta que se hicieron ejemplares en gran papel.




     Poco quiero decir de los Comentarios Reales. En la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes se puede encontrar una fiable aproximación al Inca Garcilaso, con una extensa bibliografía y una completa muestra digital de sus obras, que incluye autógrafos y primeras ediciones. Desde la adolescencia me fascinan las crónicas de Indias, y entre ellas las escritas por quienes tuvieron una relación personal con los hechos que relatan. Porque contra el interés más teórico que por mi formación histórica pudiera tener, lo que verdaderamente me gusta de estos relatos es poder leer con la cercanía de sus propias palabras la vida de las personas que vivieron esta última épica de la especie humana, donde los mundos de leyenda y los prodigios sobrenaturales eran todavía verosímiles para muchos de quienes con ojos de asombro tomaron parte en aquel choque brutal. Todavía se conserva un ejemplar de la más oficial y erudita Historia general de las Indias, de Gómara, con anotaciones manuscritas de Garcilaso Inca. Como si, -del mismo modo que le ocurrió a Bernal Díaz del Castillo ante el mismo libro-, quienes vivieron esos hechos hubieran acabado sintiendo la necesidad de dejar también su testimonio personal. Como me siento incapaz de seleccionar un episodio breve de la trama principal, voy a ilustrar esta nota con un asombroso episodio que no pertenece a ella y del que no conozco otro relato que éste, el del naúfrago Pedro Serrano en un minúsculo islote del Caribe donde llega a nado tras hundirse su barco. Creo que su lectura vale la pena. 


     Desde la entrada anterior tenía pendiente dedicar otra a estos dos libros, que se ha demorado más de lo debido por haber perdido estos días la mayor parte del tiempo que suelo dedicar al blog en bucear en códigos, lenguaje HTML y otras complicaciones que ignoro, con objeto de renovarlo. Poco se sabe todavía de Andrés González de Barcia. Además de la biblioteca americana cuya edición emprendió, reunió una biblioteca personal que debió ser magnífica y se dispersó a su muerte. Una parte significativa pasó a la Real Biblioteca, otra parte se ofrecía en un catálogo de librería de 1745. Hay un artículo sobre su fondo manuscrito e interesante información en estudios que lo consideran indirectamente, pero en general muy poca atención se ha dedicado hasta fecha reciente a su trabajo histórico o literario, y no demasiado se conoce todavía de él, al margen de su vida oficial o profesional. De lo que sabemos cabe pensar que fue un hombre afortunado, inmerso en numerosas iniciativas culturales, con una exitosa carrera jurídica y política, que contó con la estima de sus contemporáneos y vivió una vida razonablemente larga para la época. A su muerte, con todo, fue olvidado muy pronto.  Al menos, quedan sus libros. No ya los que tuvo, sino sobre todo los que hizo imprimir a lo largo de más de veinte años, estas magníficas ediciones americanistas.

14 comentarios:

  1. Bonitos libros y magnífico comentario. Me ha encantado la aventura de Pedro Serrano, ¡Que raro que dos personas en una isla desierta no acaben enfadándose!.
    ¡Feliz día del padre lector!

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  2. Bueno, es que eran españoles. :-)
    Un beso.

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  3. Bonitas ediciones. Y fascinante historia la del náufrago Pedro Serrano. Hubiera merecido tener un Daniel Defoe que la inmortalizase.

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  4. Pues creo que hay quien lo ha propuesto como una de las fuentes de inspiración para Robinson Crusoe, porque ya en el siglo XVII había traducción al inglés de esta crónica, pero la crítica inglesa no la suele considerar (no sé si se conocerá mucho tampoco).

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  5. Urzay,

    Preciosos ejemplares, el estado de conservación asombroso,es un verdadero privilegio contar con esas ediciones.

    Comparto tu gusto por las crónicas de Indias, los autores comprendieron que eran protagonistas de lo que defines perfectamente, "la ultima épica de la especie humana"
    Es una lástima que no se reconozca mejor la labor de personajes como Andrés González Barcia.

    ¡Gracias por el enlace que dejaste con Bach, literalmente sin desperdicio!
    Saludos.

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  6. Urzay,
    Leí la crónica de Bernal en México pero con una edición actual. Leer estas historias con libros como estos es para tener los pelos erizados durante toda la lectura.
    Y si, España perdió la guerra de la propaganda pero yo creo que España pensó que ya le esta bien con esa fama que se ganó como se hubiesen ganado los otros países si te pones a urgar en esos tiempos... ¡y en estos!

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  7. Las andanzas de Pedro Serrano no tienen nada que envidiar a las de Robinsón. Hay que ver lo que se consigue con un Credo a tiempo...
    Me da la impresión que en la cosa de los dioses se les ha ido un poco la mano. Que yo sepa no había demasiados leones, osos o perros por esas latitudes. Me ha encantado la contundencia del motivo por el que no adoraban a los diamantes: no había.
    Los libros son fabulosos y mas en ese estado ¡enhorabuena!
    Un abrazo.
    Alfonso.

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  8. Las entradas de este blog tienen siempre algo de majestuosas o de preciosistas.

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  9. ¡Enhorabuena por la obra!

    Las reediciones de Barcia son tremendamente atractivas tanto por el mérito de rescatar textos casi desaparecidos como por la elegancia, casi francesa, como están impresas.

    ¡Enhorabuena por la hermosura de ejemplar!

    Saludos bibliófilos.

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  10. Hay al menos dos artículos más sobre González Barcia como autor de textos dramáticos, y uno en particular de la comedia "Don Quijote de la Mancha", en Anales Cervantinos, 42, 2010, 305-352.

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  11. Y un libro de Jonathan E. Carlyon: Andrés González Barcia and the Creation of the Spanish American Library. Toronto: University of Toronto, 2005.

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  12. En realidad, si te fijas, ambos están citados ya en el texto mediante enlaces que resaltan las palabras en color azul. No es la primera vez que me doy cuenta de que es una forma muy poco explícita de citar la bibliografía, pero aunque pasa algo desapercibida me evita tener que incluir en el texto demasiadas referencias. De todos modos, bien está que lo hayas señalado en los comentarios, así queda más claro. Muchas gracias por haberte tomado la molestia de hacerlo notar, y por pasar por estas páginas de libros.

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  13. Tienes toda la razón. Mil perdones si mis referencias han resultado reiterativas y gracias por la aclaración. Solo pretendía contribuir en algo a esta magnífica página.
    enhorabuena.

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  14. Robinson Crusoe viene de este texto...

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